Estaba yo bien dormido cuando, de repente, se me apareció Calasanz y me preguntó: ¿Van a celebrar este año las Jornadas educativas Calasancias? Es que con todo eso de la Pandemia…
Creo que me fui a dormir con ese pensamiento… Calasanz siguió diciéndome: Yo creo que se deberían celebrar más que nunca; si nos descuidamos se va extendiendo una gran indiferencia ante todo lo que va pasando en nuestro mundo. Ya nos lo advierte también el Papa Francisco en su último documento en que nos responsabiliza a todos. Y nuestra manera de responder a tanta indiferencia es a través de la educación.
De verdad que en este año han pasado un sinfín de cosas para indignarse: caravanas de migrantes, brotes de racismo, intolerables feminicidios,… y como no, esta Pandemia que ha dejado a tantas personas solas, tantos niños sin escuela, tantos enfermos sin cuidados… ¿Cómo podría festejar en un año que nos ha demostrado el fracaso de las naciones para trabajar juntas y el nuestro por no pensar en los vecinos?
Calasanz interrumpió mis lamentos con una pregunta: ¿qué haces tú para cuidar este mundo que tienes en tus manos? ¿Tú, padre o madre de familia, tú maestra de la escuela formal y de la escuela de tareas, tú tío de caliveranos, tú catequista, tú vecino, tú…escolapio?
He visto a tanta gente que se encierra en sus problemas y que, como aquellos de la parábola del samaritano, pasan de largo ante el hermano herido y maltratado, tantos que viven indiferentes a lo que está pasando a su alrededor… yo creo que debemos abandonar la indiferencia global y empezar a reconectarnos con el mundo.
Por eso, hoy me uno a Francisco, y te digo que celebres conmigo mi fiesta para seguir comprometiéndonos todos con nuestro mundo desde nuestra tarea educativa tan necesaria hoy, quizás más que cuando empecé mi primera escuela.
Yo, Calasanz, sigo bien vivo en cada uno de ustedes, en cada pequeña acción educativa, y cuando nos esforzamos para ser “maestros” unos de otros y nos ayudamos y nos dejamos ayudar en nuestras vidas.
Que no pasemos nunca de largo ante cualquier persona que necesita nuestra ayuda.
Les animo a vivir estas Jornadas Educativas Escolapias, para que nos comprometamos todos en la transformación de la sociedad, tal como descubrí que el mundo necesitaba y necesita de la gran obra de la educación.
Ya no recuerdo bien en qué momento me volví a dormir… pero ya es hora de despertar. El celular me apura a levantarme, pero hoy, no lo ocupo. Siento en mí ganas de levantarme, siento que hoy vuelvo a caminar, sin pasar de largo. Y al ponerme de pie escucho una voz que me susurra “gracias…”
Un Escolapio de Las Californias.
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