Este año, la noche de Reyes también ha sido especial para mí. He tenido la oportunidad de compartir el itinerario de los Reyes Magos por varios cañones de la ciudad de Tijuana.
Los juniores de la comunidad Escolapia junto con jóvenes de la parroquia de Fátima han contribuido a hacer que esta noche haya sido mágica para un buen número de niños y niñas. Muchas imágenes guardo de esas cuatro horas de aprendiz de paje de Rey Mago.

 

La primera, sin duda, la imagen de sorpresa inmensa de tantos niños. La segunda: el rostro sonriente de muchos papás y mamás. La tercera: la ilusión de los jóvenes que han trabajado para hacerlo posible. Y, la cuarta: las viviendas sencillas, construidas en las laderas, con pendientes pronunciadísimas.Cada una de estas imágenes me sugiere sentimientos y pensamientos diversos. Les comparto algunos. En medio de la oscuridad, solo desafiada por la luz de unos celulares, unas niñas reciben un par de bicicletas. La casa es de difícil acceso. De dentro de la casa, no se percibe mucha luz. Con el ruido de los pajes, la familia se da cuenta que algo pasa fuera. Abren la puerta. Salen tímidamente. Necesitan unos segundos para comprender lo que sucede. Poco a poco toman conciencia. Los rostros se relajan, se iluminan y nace una gran sonrisa.

 

¡Ojalá que en la vida de estas personas haya muchas experiencias de felicidad, de sorpresas agradables, de gestos gratuitos! Eso hace la vida mejor. Papás y mamás también sonríen. Seguro agradecen el gesto que ha despertado en sus hijos una alegría. Me imagino, no obstante, en ellos un deseo, una plegaria que se acompaña de algo de dolor: ¿Señor, podré algún día ofrecer a mis hijos algo más de seguridad y de estabilidad?

 

Los juniores y demás jóvenes hacía días que trabajaban para tener todo a punto. Ellos han sido el último eslabón de una cadena de complicidades que lo ha hecho posible: personas que han animado a cooperar; personas que han comprado los juguetes; personas que los han recogido; quienes los han transportado…
La solidaridad requiere y genera complicidades. Solos, poco podemos hacer, pero si juntamos las manos… Los jóvenes y los adultos se han aliado para llevar una alegría a los pequeños. Repitámoslo en este y en otros proyectos.

Finalmente, casas frágiles en orografías amenazantes, inestables. Es una imagen que nos habla de un mundo desigual. Una imagen de una realidad rebosante de dolor. Una imagen que nos convoca a construir el Reino de Dios, aquí y ahora. Que los Reyes nos traigan ese anhelo para todo el año.

 

P. Victor Filella